Para la OMS, la candidata a vacuna de la Universidad de Oxford tiene la mayor opción de llegar a buen término. Si todo va bien estaría lista a finales de año. Algunos expertos explican cómo funcionaría.
Si la carrera por la vacuna contra el coronavirus fuera el Tour de Francia, la mayoría de los 160 contendientes irían en el pelotón y solo 20 habrían tomado la delantera al empezara hacer ensayos en humanos. De ese pequeño grupo, 4 se escaparon y van a la cabeza. Y de esos, hoy porta la camiseta amarilla, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la vacuna que desarrolla la Universidad de Oxford en conjunto con la farmacéutica AstraZeneca.
La semana pasada el optimismo mundial subió por cuenta de tres noticias. El lunes, la farmacéutica estadounidense Pfizer y su socio BioNTech, así como la china CanSino y los investigadores de la Universidad de Oxford, reportaron que sus proyectos de vacuna han generado una respuesta inmune y son seguras para los humanos.
En un estudio publicado por la revista científica The Lancet, con 1.077 adultos sanos y sin covid entre 17 y 55 años, los investigadores de Oxford reportaron que su candidata produce, sin efectos perjudiciales, dos tipos de respuesta para defender al organismo. Por un lado generó anticuerpos, proteínas del sistema inmune que desencadenan procesos para neutralizar virus como el SARS-CoV-2. Y por el otro, generó linfocitos T, células blancas de la sangre que tienen memoria y pueden recordar patógenos pasados y atacarlos.
Las T, más grandes en tamaño y complejidad que los anticuerpos, también parecen afectar la manera en la que las vacunas trabajan e incluso el nivel de inmunidad requerido en la comunidad para resistir nuevas oleadas de la enfermedad. Según Mala Maini, profesora de inmunología viral del University College London, los anticuerpos son precarios y pasajeros, mientras que las células T tienen una acción duradera. En efecto, aquellos que se recuperaron en 2013 del SARS (el pariente más cercano del nuevo coronavirus) aún hoy, 17 años después, muestran inmunidad celular para ese patógeno. La hipótesis sostiene que las células T que circulan en la sangre podrían proteger a la gente que se infectó y se recuperó, pero que no tiene anticuerpos detectables después.
La noticia tuvo mucho bombo por dos grandes implicaciones: una en salud, pues sería un indicio de que la vacuna podría generar protección por un buen tiempo. Los científicos de Oxford alcanzaron la respuesta favorable de las células T en el día 14 después de la inoculación y se mantuvo durante todo el estudio, que duró 56 días.
CRÉDITOS PARA: https://www.semana.com/