sábado, 25 de mayo de 2019

LOS ADJETIVOS POSESIVOS (BIEN EXPLICADO CON EJEMPLOS) - WILSON TE EDUCA

Hoy vamos a profundizar en la temática de los adjetivos, más exactamente los adjetivos posesivos. Abordaremos la definición de estos, su clasificación y explicación de cada una de estas; todo esto acompañado de múltiples ejemplos. Recuerda que los adjetivos,  con origen en el latín adiectivus,  una clase de palabra que expresa propiedades atribuidas al sustantivo para calificarlo o determinarlo. Existe una amplia variedad de adjetivos, como ser los calificativos y los demostrativos.

Adjetivo posesivo
En esta oportunidad haremos referencia a los adjetivos posesivos, que indican pertenencia. Estos adjetivos se dividen en dos grupos de similar extensión, y la característica principal de cada uno es su ubicación con respecto al sustantivo:

* los adjetivos posesivos átonos (también llamados débiles) siempre se deben posicionar delante del sustantivo al cual modifican, y son los siguientes: mi, mis, tu, tus, su, sus, nuestro/a/os/as, vuestro/a/os/as. Cabe mencionar que «su» puede usarse en segunda persona en una conversación formal («¿Se ha recuperado su hijo, señora?»);

* los adjetivos posesivos tónicos (conocidos asimismo como fuertes) se deben ubicar siempre detrás del sustantivo al que modifican, y poseen un énfasis mayor que los átonos. Son los siguientes: mío/a/os/as, tuyo/a/os/as, suyo/a/os/as, nuestro/a/os/as, vuestro/a/os/as. Esta fuerza que los caracteriza se puede apreciar contrastando las siguientes oraciones: «Efectivamente, esta es mi cartera», «¡Eh, esa cartera es mía!».

De acuerdo a su ubicación dentro de la oración, el adjetivo posesivo se explicitará de distinta manera. Cuando el adjetivo se escribe antes del sustantivo, concuerda siempre en número con el sustantivo, mientras que en la primera y segunda persona del plural también coincide en género.

Si el adjetivo posesivo se escribe detrás, concuerda en número y género con el sustantivo. En caso de existir un determinante, el sustantivo lo conservará.

Veamos un ejemplo de uso de los adjetivos posesivos. “Ese es mi libro” es una expresión que incluye el adjetivo posesivo “mi” y que revela que el hablante tiene posesión sobre un libro. Otra forma de construir la misma oración es “Ese libro es mío”, con el adjetivo posesivo detrás del sustantivo. En el primer caso, se dice que el adjetivo es posesivo apocopado (“mi”), mientras que en el segundo se habla de un adjetivo posesivo pleno (“mío”).

Adjetivo posesivo“Me gusta tu peinado”, “Nuestros amigos son muy divertidos”, “Su hermana se llama Mariana”, “Agradezco vuestra preocupación”, “Eso es problema tuyo”, “¡Dios mío, ayúdame!” y “Señor, aquí tiene su vuelto” son otras oraciones con adjetivos posesivos.

El adjetivo posesivo tiene una presencia constante en nuestro idioma, y esto ocurre desde nuestros primeros días de balbuceo: aprendemos a hablar a través del reconocimiento de nuestra madre, nuestros juguetes. Si bien con el tiempo vamos adquiriendo suficiente vocabulario para convertir nuestra comunicación en un proceso relativamente complejo, nunca abandonamos la necesidad de adjudicar a cada ser y objeto sus pertenencias y características.

Como se menciona más arriba, el adjetivo posesivo puede usarse tanto para conectar dos sustantivos como para enfatizar su conexión, y esto da pie a una gran variedad de situaciones, según la intención del sujeto. La primera de estas funciones suele ser necesaria en una conversación o en una narración medianamente extensa, dado que a lo largo de una descripción nos resulta casi imposible no establecer un vínculo entre los objetos, seres y emociones mencionadas.

No siempre se trata de relacionar un bien material con su dueño, sino que a veces la flexibilidad del adjetivo posesivo es tal que nos ayuda a brindar información espacial, como ocurre con la expresión «a su lado», la cual también puede tener un significado abstracto.

Con respecto al énfasis que puede aportar un adjetivo posesivo tónico, su uso no siempre refleja el mismo estado de ánimo ni tiene la misma intención; en una persona muy tranquila y cordial puede surgir para reaccionar ante el robo de su bolso o para dirigirse con emoción a su hijo, mientras que en un individuo de carácter insolente y excesivamente inseguro puede ser un elemento común en su comunicación para marcar su territorio constantemente. 
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